Detección Temprana de la Hipoacusia Infantil

Cuanto más temprana es la detección de los problemas auditivos de los niños, mayores son las posibilidades de revertir sus consecuencias. Los niños empiezan a desarrollar el habla y el lenguaje desde el momento de su nacimiento. Ellos aprenden por medio de la audición y de la interacción con los sonidos y voces de su entorno. Durante los primeros meses de vida, las caricias y voces de los padres, lo relacionan con su ambiente: aprende, reconoce y se reconoce. Con el tiempo, el lenguaje se transforma en el nexo con lo más cercano, estimulando el desarrollo del pensamiento y el conocimiento. Cuando estos sonidos y voces no pueden ser escuchados, el desarrollo del lenguaje con frecuencia se retrasa. Desafortunadamente, sin las pruebas de detección de audición la sordera parcial pasa fácilmente sin ser detectada en los primeros años de vida, el periodo más importante para el desarrollo del lenguaje.

La importancia de la detección temprana es tanto para las hipoacusias severas y profundas como para las leves y moderadas; cuanto más precoz es el examen, mejores resultados terapéuticos se obtienen y hay mayores posibilidades de que el niño adquiera una forma de comunicación.  

La sordera parcial es el defecto de nacimiento más común en los recién nacidos. Aproximadamente tres a cinco niños de cada 1,000 tienen un grado específico de sordera parcial. Si su hijo tiene sordera parcial en uno o ambos oídos, la detección temprana es la clave para asegurar que se prevengan o minimicen los retrasos en el lenguaje y en el desarrollo. Cuando no se recibe tratamiento para la sordera parcial, esto puede conducir a retrasos del habla y del lenguaje, así como a retrasos de aprendizaje social en la escuela.

La detección temprana de la sordera resulta esencial de cara a una oportuna labor preventiva, educativa y rehabilitadora.

Es importante un diagnóstico precoz del déficit auditivo porque propicia una adaptación protésica temprana y una intervención especializada que resultan determinantes para el desarrollo del niño.

INDICADORES DE RIESGO DE HIPOACUSIA EN NIÑOS

La Comisión española para la Detección Precoz de la Hipoacusia (CODEPEH) ha confeccionado la siguiente lista de indicadores de riesgo que, cuando estén presentes, deben hacer obligada la aplicación de un protocolo concreto de identificación de hipoacusia, hasta que ésta pueda ser descartada o confirmada.

1. Antecedentes familiares de sordera neurosensorial congénita o de instauración temprana.

2. Infección de la madre durante la gestación por alguno de los siguientes agentes: CMV, rubeola, sífilis, herpes y toxoplasmosis.

3. Malformaciones craneofaciales.

4. Peso al nacimiento inferior a 1500 gramos.

5. Hiperbilirrubinemia grave.

6. Empleo de medicamentos ototóxicos bien durante la gestación en ciclo único, o bien, a partir del nacimiento, en ciclos sucesivos o combinados (aminoglucósidos, diuréticos de asa, cisplatino…). Además, se considerarán potencialmente ototóxicos:

– Los procedimientos no autorizados en el embarazo (isótopos radioactivos, radiología en el primer trimestre).

– Los niveles séricos de aminoglucósidos por encima del rango terapéutico (aunque se administren en ciclo único).

– Los aminoglucósidos (aunque se administren en ciclo único), siempre que exista historia familiar de ototoxicidad medicamentosa.

– Las drogas ilícitas por vía parenteral y el alcoholismo en la madre gestante.

7. Meningitis bacteriana, a cualquier edad.

8. Accidente hipóxico-isquémico, a cualquier edad. Especialmente, en el momento del parto, si se registra Apgar de 0 a 4 al primer minuto o de 0 a 6 al quinto minuto, y siempre que se produzca parada cardiorrespiratoria.

9. Ventilación mecánica prolongada durante más de 5 días en el recién nacido.

10. Signos clínicos o hallazgos sugerentes de síndromes que asocien sordera.

11. Traumatismo craneoencefálico con pérdida de conciencia o fractura de cráneo.

12. Trastornos neurodegenerativos, y patología neurológica que curse con convulsiones.

13. ADEMÁS, desde la etapa de lactante hasta los tres años de edad, deberán considerarse:

– La sospecha formulada por los padres o cuidadores de pérdida auditiva en el niño.

– Retraso en la adquisición del lenguaje.

– La presencia de otitis media aguda recidivante o crónica persistente, durante más de tres meses.

INDICADORES DE SOSPECHA DE PÉRDIDA AUDITIVA

Será preciso consultar al médico pediatra si en el niño se observa alguna de las siguientes pautas de comportamiento:

De 0 a 3 meses

Ante un sonido no se observan en el niño respuestas reflejas del tipo: parpadeo, agitación, despertar.

No le tranquiliza la voz de los padres.

No reacciona al sonido de una campanilla.

Emite sonidos monocordes: monótonos, iguales.

De 3 a 6 meses

Se mantiene indiferente a los ruidos familiares.

No se orienta hacia la voz de sus padres.

No responde con emisiones a la voz humana.

No emite sonidos guturales para llamar la atención.

No hace sonar el sonajero si se le deja al alcance de la mano.

De 6 a 9 meses

No emite sílabas (pa, ma, ta…).

No vocaliza para llamar la atención, sino que golpea objetos cuya vibración al caer asocia con la presencia de los padres.

No juega con sus vocalizaciones, repitiéndolas e imitando las del adulto.

No atiende a su nombre.

No se orienta a sonidos familiares no necesariamente fuertes.

No juega imitando gestos que acompañan cancioncillas infantiles («los 5 lobitos»….), o sonríe al reconocer éstas.

No dice «adiós» con la mano cuando se le dice esta palabra.

De 9 a 12 meses

No reconoce cuando le nombran a «papá» y «mamá».

No comprende palabras familiares.

No entiende una negación.

No responde a «dame..» si no se le hace el gesto indicativo con la mano.

De 12 a 18 meses

No dice «papá» y «mamá»» con contenido semántico.

No señala objetos y personas familiares cuando se le nombran.

No responde de forma distinta a sonidos diferentes.

No se entretiene emitiendo y escuchando determinados sonidos.

No nombra algunos objetos familiares.

De 18 a 24 meses

No presta atención a los cuentos.

No comprende órdenes sencillas si no se acompañan de gestos indicativos.

No identifica las partes del cuerpo.

No conoce su nombre.

No hace frases de dos palabras.

A los 3 años

No se le entienden las palabras que dice.

No repite frases.

No contesta a preguntas sencillas.

A los 4 años

No sabe contar lo que le pasa.

No es capaz de mantener una conversación sencilla.

A los 5 años

No conversa con otros niños.

No manifiesta un lenguaje maduro ni lo emplea eficazmente y sólo le entiende su familia.

A los 6 años

Se distrae con facilidad.

No responde a ambientes ruidosos.

Su nivel de lenguaje es inferior al de sus compañeros.

Su falta de atención es frecuente.

Si tiene problemas crónicos del oído medio.

 

En general:

Hay muchos tipos de problemas de audición, aún sin llegar a la sordera total. Si se detecta algún defecto a tiempo, hay mucho ganado:

Aceleras el tratamiento médico, la ayuda educativa especial que necesite y, si hiciera falta, la adaptación de audífonos o el implante coclear.
Favoreces el desarrollo de su lenguaje y sus relaciones personales.
Facilitas su aprendizaje y su comunicación.
SI TIENES DUDAS CONSULTA CON TU MÉDICO OTORRINOLARINGÓLOGO
Mª CARMEN MARTÍNEZ PÉREZ
Psicopedagoga de la Unidad de Atención Temprana de SERMESA

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