Se define este tipo de fracturas a aquellas que se producen sobre un hueso sano, en el cual un traumatismo repetitivo submáximo en el transcurso de un tiempo es capaz de producir microfracturas trabeculares en las que la acción osteoclástica (reabsorción ósea) excede a la formación osteoblástica (neoformación ósea). Este proceso ocurre en el transcurso de días, semanas o meses.
El aumento de la práctica deportiva por la población en general ha aumentado la incidencia de este tipo de lesiones y en localizaciones poco frecuentes.
Etiología: Hay varios factores de riesgo para que se produzcan este tipo de lesiones:
– El aumento tanto en el intensidad, duración y frecuencia del ejercicio.
– Nuevo calzado deportivo.
– Periodos insuficientes de descanso del programa de entrenamiento.
– Balance energético negativo.
– En mujeres las alteraciones en el ciclo menstrual, con un descenso de la producción de estrógenos aumentan la resorción ósea y disminuyen la formación de hueso.
– Factores biomecánicos estáticos (estructurales de la extremidad pies cavos rígidos) y/o dinámicos (velocidad de pronación en el apoyo, frecuencias e intensidad en el impacto)
Las fracturas de estrés representan el 10% de todas las lesiones deportivas del aparato locomotor. La edad de máxima incidencia esta entre los 20 y los 40 años y no parece haber diferencias entre sexos para actividades comparables. El tipo de deporte tiene influencia directa en la localización de la fractura, así en atletismo, especialmente en el fondo, la tibia es la mas afectada seguido por peroné, metatarsianos y pelvis. El 15% de todas las fracturas de estrés ocurren en atletas.; en golf, las más frecuentes son las fracturas costales; en danza las fracturas en metatarsianos; en baloncesto y deportes de raqueta fracturas de la pars interarticular de columna lumbar; y en el béisbol las fracturas de cúbito.
Clinica:
Dolor en la zona de fractura que empieza a manifestarse inicialmente con actividad física intensa y si se perpetúa la carga aparece dolor con menores esfuerzos hasta manifestarse con las actividades diarias. El dolor mejora con el reposo. Hay dolor selectivo en el sitio de la fractura que aumenta con la presión, puede existir edema local y excepcionalmente eritema.
Pruebas complementarias:
-La primera prueba que se solicita es una radiografía simple en la cual se evidencia elevación y engrosamiento del periostio y/o callo óseo. Sin embargo a menudo éstos cambios sólo se evidencian 3-6 semanas después del inicio del dolor. Un 50% del las fracturas de estrés no se detectan por radiografía simple.
-La RMN es el estudio de elección cuando hay dudas y es mas específica para identificar la localización y severidad de la lesión.
Tratamiento:
Es esencial una identificación precoz tanto de la lesión por estrés como de una fractura por estrés. Una vez diagnosticada la lesión, el manejo está orientado en un protocolo cíclico basado en la fisiología de la remodelación ósea.
La primera prioridad es suprimir la actividad que esta causando la sintomatología. Se ha descrito un reposo “ activo” permitiendo al atleta realizar ciertos ejercicios en los cuales no involucre la extremidad afectada y que ésta este libre de dolor , para prevenir atrofias musculares. Si es necesario se colocará inmovilización con escayola y no apoyo de la extremidad.
La incorporación a la actividad física inicial se debe realizar con incrementos de la carga gradualmente y alternando con periodos de reposo para permitir que los nuevos osteocitos y periostio maduren.
Dra. Luz Guerrero Acosta
SERMESA – Especialista en Medicina Deportiva